"¡pero eso sí! y en esto soy irreductible no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar."

jueves, 6 de junio de 2013

Pierde un turno. Espera.

Un mundo de tiza de colores giraba en torno y los mezclaba en su danza, papas fritas de tiza amarilla, vino de tiza roja, un pálido y dulce cielo de tiza celeste con algo de verde por el lado del río.
Julio Cortázar. 


Lucía cerró los ojos y saltó de una los tres escalones de la puerta, esquivando luego las bolsas que los perros mugrientos sacaron del contenedor y dejaron esparcidas sobre la totalidad de la vereda. Cáscaras de frutas, envoltorios de diferentes productos, pañales, era un festín canino. El sol de la mañana pintaba el árbol de un verde más intenso y brillante, cuando lo vio desde sus ojos chiquitos, pensó para sí misma que le gustaría morir y reencarnar en una de esas hojas. Moverse al antojo del viento, y ser sombra y casa para algunos bichos de la vuelta.
A las once y media debía regresar para almorzar y bañarse, tenía dos horas enteras y un guante perdido en alguna parte de su cuarto.

Sacó su tiza roja, y enseguida trazó un cuadrado prolijo, repasando la línea que quedaba sobre el lado partido de una de las baldosas. Muy seria continuó dibujando una especie de rayuela desproporcionada y un poco torcida, pero con una prolijidad como pocas han existido. Decidida, escribió los números correspondientes a cada cuadradito, ahora utilizaba una tiza azul, sus manos estaban teñidas de polvo; ojalá que se limpiara el bolsillo del saquito antes de que su abuela lo viera, todavía seguía lavando la ropa en la pileta del fondo.

Con un cielo semejante y blanco-porque su última tiza la utilizó para la parte más importante-, comenzó el juego. Tiró la piedra en el 1, y saltó con precisión y firmeza. Se manejaba muy bien con un pie, porque uno de sus pasatiempos dentro de su casa, era atravesar las distintas piezas saltando. A veces con el izquierdo y otras veces con el derecho. 
Por distraída, pisó la raya que separaba el seis, del cuatro y el cinco, la dedicación y el esfuerzo se fueron a la mierda, porque ni siquiera logró pasar su rayuela de un tirón. Miró hacia los dos lados, y continuó de manera apurada y torpe; una vez que se pierde, ya no tiene sentido seguir con cuidado, lo único que se desea, es llegar al cielo y sentarse unos minutos para olvidar el error. 

8 comentarios:

  1. una vez que se pierde,
    se aprende.
    lavoisier...

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  2. El cielo está lleno de errantes, por eso viajo sin escalas al averno, además allí está el diablo. Y, como todos sabemos, el diablo no es otra cosa que la mujer más bella del mundo.

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  4. es irónico que en cada juego siempre haya una reflexión, y no sé por qué lo digo tan convencida si en realidad no lo estoy. pero me pareció muy humano ese cuentito, y muy lindo también.
    pensé durante menos de un minuto que nunca en mi vida voy a poder escaparme de esta mente que no sé si llamar paranoica o simplemente pensativa. me asusta un poco.
    besito

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  5. ¡Cuanto color! Extraño escribir con tiza, tener que limpiarse el polvo de colores de las manos le daba cierto encanto. Y un poquito de alergia, pero bueno.

    Saludos!

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  6. ¿Y si llegar al cielo es el error?...

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